Opinión.

Finalizan las votaciones y nos fijamos en quien ha ganado y quién no, qué combinaciones y pactos electorales se pueden dar para en definitiva saber quien va a gobernar, la gente ya ha votado,ya ha pasado el trámite y a otra cosa mariposa.
No nos fijamos en dos datos, a mi juicio, tremendos que nos dejan estás elecciones, la altísima abstención y la entrada de la ultraderecha en el consistorio.
¿Los ciudadanos se alejan de la política y el sistema o es la política y el sistema el que se aleja de ellos?, Lo cierto es que nuestro sistema, el democrático es un ritual, una convención, un conjunto de normas no escritas , de carácter ético y moral, también legales, que se deben seguir tanto si nos benefician como si no.
Las personas que nos representan deberían ser imagen fiel de la sociedad, los que se levantan cada mañana para abrir su negocio, para dar clases a nuestros hijos, para trabajar en la fábrica o en la escuela, para trabajar de voluntarios en una entidad o para defender los derechos de los trabajadores en un sindicato, personas con un amplio currículum laboral, social, professional, gente en las que todos nos viéramos reflejados y no gente cuyo único currículum sea su fidelidad en sus respectivos partidos.
Digo que la democracia es un ritual, porque existen normas éticas y morales que deberían cumplirse a machamartillo, los votantes han de tener la seguridad de que su voto es relevante y de que participan en un proceso limpio.
Durante estas elecciones se han producido hechos relevantes, pero ninguno, a mi juicio, tan grave como las muchas resoluciones de la Junta electoral en las que se determinaba que el partido en el poder utilizaba medios públicos para la realización de su campaña electoral.
En un sistema sano, esas resoluciones invalidarían a sus responsables para acceder a un cargo público, no estamos en un sistema sano y los votantes lo saben y por eso se alejan de las urnas o votan a partidos antisistema.
Tranquilos , no estoy pidiendo que nadie dimita, soy consciente de que hemos entrado en una lógica en la que la obtención del cargo público y sus prebendas es el objetivo, yo lo sé, todos lo sabemos y ese es el problema.
La banalización de la ultraderecha es otro de los problemas con los que nos encontramos, a menudo se tiende a calificar de facha o de nazi a aquel que siendo de derechas o centro derecha difiere, aunque sea de manera contundente, del partido en el poder.
La crítica puede ser más o menos acertada, los métodos más o menos acertados, pero la ultraderecha el fascismo, el nazismo es algo mucho más terrible, es la negación y cosificación del adversario hasta tal extremo que se admite su desaparición forzada como un elemento irrelevante.
Un partido puede defender posturas más o menos de derecha, pero eso no lo convierte en ultraderecha, nazi o fascista, se banaliza esta terrible expresión lanzándosela al adversario a modo de descalificativo.
Muchas personas no tienen memoria histórica, han pasado muchos años, no tienen formación en historia o en política y la deducción que pueden hacer es , «ah , si eso es la ultraderecha , el fascismo o el nazismo no es tan malo» y los votan sin darse cuenta que eso no es si no la banalización interesada de esas ideologías, cuando los tengamos en las instituciones, en el poder, nos daremos cuenta de lo que auténticamente son y quizás sea tarde.
Durante la pasada legislatura se mencionó en varios plenos al filósofo Karl Popper y me pregunto si en realidad se ha leído a Popper o nos hemos quedado con el titular.
En política el adversario no debe ser nunca el enemigo, se puede y se debe discrepar , pero nunca llevar el debate al ataque personal, a la aniquilación del adversario, son sus argumentos y posiciones los que se deben combatir y no sus personas o partidos. Hacer política es dialogar, acordar, transaccionar, llegar a acuerdos, pactar y buscar el bien común. Lo contrario es una lucha de egos, una hoguera de las vanidades que es en lo que , me temo , se convirtió la pasada legislatura.
No quiero centrarme en los resultados, porque para mí lo relevante es el efecto demoledor que estas actitudes tienen contra el sistema, pero si voy a citar a ERC, el único partido de los que había representados, que no ha perdido concejales, sí votos como todos en un espectro abstencionista. ERC del Prat se ha centrado durante toda la legislatura en sacar sus propuestas adelante, ha huido de la confrontación, seguramente se ha tragado más de un sapo. Con su actitud no solo no ha perdido concejales, si no que ha prestado un gran servicio al sistema.
Quiero pararme también en el resultado de Jóvenes y Pensionistas decidimos, un grupo que como si fueran los cátaros en Occitania defienden volver a los orígenes, a la limpieza democrática, a la representación social, a no hacer de la política un modo de vida, defienden venir a servir y no a servirse, quizás alguien piense que este grupo les ha restado votos, quizás lo hayan hecho, yo creo que a quien han restado ha sido a la abstención y a otros partidos antisistema más peligrosos, los votantes han visto representados en ellos la idea primigenia de lo que muchos creemos debería ser el sistema democrático.
Soy consciente de que esté artículo me granjeará enemistades, inquinas , descalificativos y etiquetas, no me importa, llevo toda mi vida defendiendo aquello en lo que creo y arriesgándome para ello. Solo decir a aquellos que lo harán que probablemente estoy más cerca de sus planteamientos filosóficos que de los de sus adversarios , que lo que crítico en este artículo es la forma de hacer y las consecuencias que comporta.
Es obvio que la entrada de la ultraderecha y la alta abstención no és un problema exclusivo del Prat, pero estoy bastante seguro de que los hechos que he relatado no se producen solo en nuestra ciudad si no que son un mal generalizado , un virus que hemos inoculado en el sistema y que hemos de combatir, porque como ya he dicho, la democracia es un ritual que si no seguimos tiene importantes efectos indeseados. (JAC)
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